UN DÍA CUALQUIERA EN COURCHEVEL

En el año 2000, un domingo 16 de julio, en la cima de Courchevel, tuvo lugar una gran etapa -como tantas otras que hemos vivido- del Tour de Francia. Esta etapa pirenaica no sería pues más que otra más en la extensa lista de jornadas mágicas que nos ha deparado la ronda gala, si no fuer a por el hecho de que tres de sus máximos protagonistas, en el plazo de tres años, habían muerto o sufrido reveses fatales que cambiarían para siempre su vida. Esos tres actores, como ya supondréis, eran Javier Ochoa, Marco Pantani y José María Jimenez.

Días atrás, en la cima de Hautacam, estos tres hombres ya habían demostrado de lo que eran capaces. Javier Ochoa, debutante en el Tour con el Kelme, conseguía culminar una escapada de 160 kilómetros coronándose con su primera victoria en una de las llegadas más míticas del Tour, tras él llegaban a meta Armstrong y Jiménez, y poco después aparecía la enjuta figura del pirata Pantani. Los tres llegaban a la salida del Tour 2000 con diferentes objetivos: Javier Ochoa aún debía demostrar esas grandes cualidades que mucha gente le veía desde su salto al profesionalismo, y que aún no había podido explotar; el Chava Jiménez, siempre peleado contra todo y contra todos, quería enseñarle al mundo todo su potencial, que a él no le valía ser el gregario de Olano, Zülle o quien fuera, sino solamente la victoria; y por último Marco Pantani, que tras un año 1999 para olvidar quería volver a sentirse ciclista y poder experimentar nuevas sensaciones, nuevas ilusiones. Tras esa etapa con fin en Hautacam, Ochoa se enfundó el maillot de puntos rojos y se convertía en una de las nuevas esperanzas del ciclismo español y mundial, tan necesitados como estaban ambos de caras jóvenes que pudieran darle un nuevo impulso a este deporte sobre el que tantas dudas se proyectaban.



En el desértico paisaje de Mont Ventoux halló Pantani la recompensa a su esfuerzo por volver a la élite, pero fue un dulce amargo lo que encontró, ya que en la escapada que llevaba a Armstrong y al italiano directos a meta, el del US Postal aflojó en los últimos metros para cederle la victoria a Pantani, algo que éste interpretó más como una humillación, no como una muestra de caballerosidad.Sin duda fue una acción extraña, ya que el gesto de Armstrong no se correspondía para nada con su carácter despiadado y ganador al más puro estilo Eddy Merckx, muy alejado de Induráin, que sí demostró durante toda su carrera que a él no le interesaban para nada las victorias parciales, sino el triunfo final. En cualquier caso, la desproporcionada reacción de Pantani no hacía sino confirmar que esa victoria "regalada" no saciaba para nada sus ansias de volver a ser lo que era, y no iba a parar para conseguirlo.


Y llegó ese 16 de julio, tan solo dos días después de la fiesta nacional francesa. En la clasificación general ya estaba todo prácticamente decidido, pero nuestros tres hombres aún tenían mucho que decir. En la subida al Galibier Ochoa y Jiménez ya estaban en los puestos delanteros, junto con sus compañeros de equipo. Llegados a la Madeleine, el grupo de cabeza se había reducido bastante y sólo quedaban Jimenez, Javier Ochoa, Lelli y Nardello, aunque Ochoa recibió órdenes de rezagarse para esperar a Santiago Botero, con lo que sus esperanzas en la etapa se difuminaban, aunque en el horizonte se atisbaba una muy prometedora carrera. En los últimos kilómetros el Chava demarró y se lanzó a por la victoria, aunque en el grupo perseguidor Pantani consiguió desembarazarse de Armstrong (esta vez sí) y logró enlazar con el abulense. Jiménez, siempre dispuesto a aceptar cualquier desafío que le lanzaran aún conociendo sus flaquezas, siempre preparado a ganar o a morir, aunque en su búsqueda de la victoria se dejase hasta el último aliento y perdiese una minutada, no se achicó ante la llegada del italiano. Estos dos ciclistas compartían en ese momento un mismo anhelo, que a falta de dos kilómetros Pantani se encargó de inclinar hacia su lado, coronando en solitario el puerto final de Courchevel.



Aunque en aquel momento no lo supieramos, aquel día fue quizás el último en el que pudimos ver en plenitud de condiciones a estos tres grandes ciclistas. Javier Ochoa, casi siete meses después de aquel día, vio como en una carretera malagueña un coche sesgaba la vida de su hermano Ricardo y le dejaba a él durante dos meses en coma y con una parálisis cerebral de la que tardó casi un año en recuperarse, aunque las graves secuelas físicas y neurológicas le impedirán volver a llevar su vida anterior, sus éxitos en las Special Olympics de Atenas y Pekín demuestran sin duda una fortaleza mental y unas ganas de vivir que nadie pudo quitarle nunca.


Dos años después, en diciembre de 2003, terminó la vida para el Chava. En los últimos tiempos sus escarceos con el alcohol y la cocaína habían ido a más y durante el invierno de 2002 trató de volver a ponerse en forma para llegar a punto al Giro de Italia. Sin embargo, un día ya no pudo más y las fuerzas le abandonaron. Con una profunda depresión, permaneció varios días incomunicado en su casa, sin querer ver a nadie ni con ganas de hacer nada, para él el ciclismo se había acabado y ya no quería saber nada más. En la clínica de Madrid en la que intentaba recuperarse de su depresíon, mientras enseñaba al resto de pacientes fotografías de sus éxitos pretéritos, el Chava cayó al suelo y esta vez ya no se levantó. Había fallecido de un infarto de miocardio uno de los ciclistas más carismáticos y queridos del ciclismo español.

Las apariciones de Pantani en las carreras fueron desde el año 2000 cada vez más esporádicas. La sombra del doping siempre le persiguió desde aquel fatídico último día de competición del Giro en el que fue expulsado de la carrera por superar la tasa permitida de hematocrito. Durante el año 2002 la UCI se lanzó nuevamente sobre él con diversas acusaciones, suspendiéndole temporalmente de nuevo y absolviéndole después. Los intentos del pirata por volver a correr fueron constantes, pero al igual que en el caso del Chava, hubo un momento en el que dijo "basta". Su adicción a la cocaína le había deteriorado considerablemente, y pasó sus últimos días recluido en un hotel de Rimini. Un chico que subió a su apartamento a llevarle una pizza no pudo reconocerle al primer momento, debido al precario estado físico y mental en el que se encontraba. Pocos días después, en febrero de 2004, Marco Pantani fue encontrado muerto debido a un paro cardiaco quizás provocado por una sobredosis de cocaina.

Hubo un momento en el que las carreras de los tres confluyeron para lo bueno, pero más tarde por razones que cuesta entender el destino quiso que ese momento fuera el último, aunque uno de ellos aún tiene en sus mano seguir escribiendo su historia, una nueva.


1 Response
  1. Yakito Says:

    Buen artículo Mark y buen diseño para la web el que te has cascado. Lástima que en el explorer de problemas...

    Creo que sin duda es uno de los artículos más embajonantes que he leido, por los recuerdos que me han traido el Chava y Pantani sobre todo.

    Que lástima, de verdad.