BOBBY ROBSON, HASTA LUEGO PERO NO ADIÓS

No ha sido algo que cogiera a nadie por sorpresa, ya que llevaba más de 18 años luchando contra el cáncer y sucesivos rebrotes de la enfermedad, pero la muerte de sir Bobby Robson ha supuesto un mazazo en las islas británicas, por supuesto, pero también en el resto del mundo futbolístico.

Ha muerto Bobby Robson. Cuando alguien muere es algo habitual olvidar sus defectos, sus errores, elevarle por encima de la realidad y ofrecer una visión edulcorada de lo que ha supuesto su carrera; no vale la pena hacer sangre sobre la figura de alguien que ya no está. En el caso de Bobby Robson, ni uno sólo de los calificativos que está recibiendo desde ayer se puede decir que sea exagerado o inmerecido, ya que con él se va una parte muy importante de lo que unía el fútbol de verdad con el presente.

Robson era el arquetípico caballero inglés: leal y de palabra, serio en su trabajo pero muy divertido cuando había que serlo, una persona con un curriculum que podría empequeñecer a la mayoría de profesionales que se dedican a este deporte, pero que nunca usaba su hoja de servicios para atacar a nadie; sabía más de fútbol que cualquiera pero hablaba como si aún lo tuviera todo por aprender, no creo que haya una sola persona que tenga algo personal que reprocharle. Posiblemente sea la mejor persona que se ha sentado en el banquillo del Barcelona desde los tiempos de Ladislao Kubala, y en la relación calidad humana-calidad profesional pocos habrá que le puedan hacer sombra.

Seguramente el fútbol le ha dado mucho a Bobby Robson: le permitió abandonar un duro trabajo en la mina para dedicarse a lo que más le gustaba, le dio la oportunidad de estar codo a codo con los mejores futbolistas del mundo, de representar a su país, de conocer muchos países, de acumular muchos premios; pero poniendo todo esto en una balanza en contraposición a lo que él ha dejado en los clubes y las aficiones de Fulham, West Bromwich Albion, Vancouver Royals, Ipswich Town, selección inglesa, PSV Eindhoven, Sporting de Lisboa, Oporto, Barcelona o Newcastle, es difícil no ver que la pérdida es mayor de lo hubieramos podido imaginar.

Aquí le conocemos por su breve pero intensa etapa en el Barcelona, una ciudad en la que se le trató muy mal y se le juzgó desde el desconocimiento. Se dijo de él que era demasiado viejo (cuando es el espíritu más jóven que ha entrenado al Barcelona), que su estilo de juego era muy rústico (no me he divertido más viendo al Barcelona que en el año de Robson, ni siquiera con Cruyff, ni por supuesto con Guardiola) o que era el peor entrenador del mundo (sin palabras).

Según el mismo, en un solo año en Barcelona, sufrió más desgaste que en 3 o 4 años en otro club. Tal era la presión que después de un 8-0 al Logroñés el entrenador recibió durísimas críticas por el mal juego practicado durante el partido. Atónito, respondió: "¡¿Espectáculo!? Llevo más de medio siglo en esto y es el segundo 8-0 que he visto nunca".

La estatua que tiene Bobby Robson junto al estadio del Ipswich Town empieza ya a recibir la presencia de miles de aficionados que llegan a rendir memoria al hombre que le dio los mayores éxitos al equipo "tractor", y que tiene el mérito de haber hecho un poquito más grandes a todos los clubes para los que ha pasado.

Cuando a un hombre que ha ganado tanto y durante tantísimos años se le recordará más por su humanidad, su lucha y su contagiosa actitud optimista ante la vida es que ha hecho las cosas muy muy bien, y eso le convierte en una leyenda. Termino con un video del 2007 en el que Bobby Robson recibe el galardón al mérito por toda su trayectoria y me quedo con una frase de una de sus últimas entrevistas: "sé que me estoy muriendo, pero he disfrutado de cada instante".