En la papelería de al lado de casa todos los años hay distinto merchandising cuando comienza el curso escolar. Estuches, mochilas y carpetas de distintas temáticas.
Suele haber cosas que con el tiempo quedan horriblemente desfasadas: Miguel Angel Muñoz, Rosa de españa, El señor de los anillos, Hanna Montana, Justin Bieber...
Nunca falta a su cita las mochilas de Los Simpson, La Barbie, Spiderman y la NBA.
Y entre la NBA todos los años están las carpetas de los Lakers, Celtics Boston y algún otro equipo de moda. Ahora es Miami, antes eran los Bulls y mucho antes eran los Detroit Pistons.
Y me pregunto yo, ¿Qué hicieron los Pistons para estar en la papelería de al lado de casa?
Pues molar, a finales de los 80 Detroit molaba.
A pesar de que dentro de los USA el estado de Michigan, y en particular la ciudad de Detroit, siempre ha tenido fama de ciudad fabril, gris y macarra ese estilo tuvo su momento. Héroes como
Robocop fueron creados para traer la seguridad a las calles de la ciudad, una cantante oriunda de Michigan como
Madonna se encumbraba como 'la Reina del pop', la
gran industria y los coches más grandes se fabricaban en Detroit. Y para colmo
los Pistons ganaban los anillos del '89 y '90 con un juego muy característico que les hacía ser llamados los 'Bad Boys' de la NBA.
¿Y cuales eran las características de ese juego?Vayamos por partes, que esta pregunta tiene miga.
Comencemos por el entrenador,
Chuck Daly. Un tipo muy inteligente que sabía sacar el máximo provecho a las características de cada equipo que le tocaba entrenar. Si tenía en sus manos un elenco de talentos como el Dream Team de Barcelona '92 simplemente les hacía jugar como los ángeles. Si tenía un grupo de jugadores defensivos y broncos como es el caso, priorizaba la defensa frente al ataque y cambiaba constantemente a sus jugadores para que en todo momento estuviesen frescos y atentos. Gracias a esto conseguía sacar a los rivales de sus casillas. Bueno, a esto y a que la mayor parte de su quinteto titular eran expertos en provocaciones y juego sucio.
En defensa tenemos a dos auténticos leñeros: Rick Mahorn y Bill Laimbeer.
Rick Mahorn (a la derecha de la foto) fue apodado como 'el más malo de todos ellos'. Como no podía ser de otra manera era un mostrenco enorme, que no dudaba en agarrar de manera descarada si iban a penetrar a canasta o liarse a tortas si la situación lo requería. Hoy día siendo entrenador del equipo femenino de Detroit sigue protagonizando peleas desde el banquillo.
El siguiente es
Bill Laimbeer (a la izquierda). No os dejéis engañar por su cara de niño bueno, este macarra de familia millonaria suplía su falta de velocidad y salto con codazos e insultos. Un suplicio jugar cerca suyo porque en todo momento provocaba al rival hasta que este saltaba y se organizaba la tangana. Su fama se extendió tanto que protagonizó un juego de SNES llamado 'Bill Laimbeer’s Combat Basketball'.
¿Dónde vas Larry?
Para equilibrar un poco todo esto, porque sólo a base de golpes no sale un equipo campeón, estaba
Joe Dumars. Un escolta genial en lanzamientos lejanos y por si fuera poco era un gran defensor. Probablemente fruto de las estrategia general del equipo se le exigía defender más que al resto de jugadores de su posición. Aún así su mérito fue reconocido y fue MVP en la final del 89 y seis veces All-Star
Otro de los componentes del quinteto titular fue
Mark Aguirre, y como no podía ser de otra manera tenía un caracter un poco controvertido. Ya en la universidad se ganó el apodo de
Muffin man debido a su sobrepeso (120kg y 1,98m). Además de sus portentosos números, otro de sus logros de la época universitaria fue el de adelgazar llegando a unos aceptables 101kg.
Nadie dudaba de su calidad pero sí de su personalidad. Como jugador era un '
chupón' y mostraba mal caracter cuando alguien se lo reprochaba. Tanto es así que en más de una ocasión echó a perder algún partido con acciones individuales innecesarias.
Tras la era universitaria fichó por los Mavericks donde a pesar de ser el segundo máximo anotador de su historia se deshicieron de él por el ambiente que creaba en el vestuario.
Y de los Mavericks pasó a los Pistons...
En Detroit tampoco comenzó bien y no se adaptaba al juego de sus compañeros hasta que en una cena de equipo Bill Laimbeer le expuso las críticas de todos sus compañeros y contra todo pronóstico
se lo tomó a bien y aprendió. A partir de ahí todo fue mejorar.
De postre he reservado a la auténtica estrella de este equipo; hablo de
Isiah Thomas, un tipo que encarnaba como nadie la filosofía de este equipo: Tenía la clase de un campeón y el juego sucio de una rata.
Quizá no sea tan famoso como Jordan, Bird o Magic pero sus números no están muy por detrás de ellos. No en vano está considerado como el mejor Piston de la historia. El problema es que le perdía su caracter. Era un auténtico hijo de puta. Jugar contra él suponía recibir provocaciones, insultos y burlas. No era el que iniciaba las tanganas pero sí el que las provocaba y gracias a esto fue vetado por sus propios compañeros para ir a las olimpiadas de Barcelona '92. En su libro 'Magic' Johnson dice: "Isiah fue su mayor enemigo para que no estuviese en los Juegos Olímpicos. Nadie dentro del equipo quería jugar con él...Michael (Jordan) no deseaba jugar con él. Scottie (Pippen) no quería tenerlo de compañero. Bird no apoyó su presencia y Karl Malone mucho menos".
Nadie olvidaba en la selección que este tipo les había estado haciendo la vida imposible meses atrás y por eso le boicotearon.
Estas cosas no se olvidan en la selección... Pues esta es la pandilla de cabrones que hicieron historia hace unos cuantos años. Tenemos a dos púgiles en defensa, un chupón, un tipo inaguantable y a Dumars como excepción. Así hicieron historia y concienciaron al baloncesto de la importancia de la defensa. Queridos por unos y odiados por otros la verdad es que consiguieron captar la atención del público y las cámaras. Cuando la gente veía un partido de los
Bad Boys la mitad del espectáculo estaba en las jugadas y la otra mitad estaba en ver cuándo se montaba la tangana.
Y es que
cuando el juego sucio es tan evidente y descarado se hace hasta inocente y entrañable. Y esto también tiene su encanto.