La curiosa historia del 'Anna Kournikova Smash Court Tennis'.

Así toman el sol en rusia.

Hace unos días una megajamona retirada del tenis mundial llegaba a los 30 años, se trataba de Anna Kournikova. Muchos seguramente la habréis olvidado, diréis que nunca ganó nada y probablemente le tengáis cierta envidia a Enrique Iglesias. No os culpo, porque no es ninguna mentira que ella misma ha olvidado el tenis, que no ganó ningún título importante en individual y que Enrique Iglesias ha tenido más suerte que nosotros.

Pero de lo que venía a hablar aquí es un poco de su vida cuando fue tenista y del videojuego que namco la dedicó hace más de una década, cuando aún no llegaba a los 20; el 'Anna Kournikova smash court tennis'.

En el ya lejano 1997 comenzó la explosión de una joven promesa venida de rusia llegando a semifinales de Wimbledon y manteniendo el record de no haber perdido en todo el año con ninguna jugadora situada más abajo del decimoquinto puesto en el ranking. La chica no sólo jugaba bien al tenis, sino que también estaba buena a rabiar. Así que la gente se empezó a preguntar ¿Quién es esa chica?
Como resultado de ese interés comenzaron a aparecer entrevistas, sesiones fotográficas, anuncios... y ¡Bum! meses después ya teníamos una nueva musa a la que admirar.

Uno de esos productos salidos del marketing fue el videojuego 'Anna Kournikova Smash Court Tennis' para PlayStation(Namco 1999).

Fijaos bien en la portada porque poco más vais a ver a Kournikova.

El reclamo era perfecto, y seguro que muchos jovenzuelos salieron rápidamente de sus casas para hacerse con una copia del AKSCT. La decepción llegaba en cuanto sacabas el CD de la caja y lo metías en la consola. El único momento en que tus ojos disfrutaban viendo los 55 kilos de auténtica belleza rusa era en la portada de la caja, la intro y la pantalla de 'Press Start' del juego. Y os preguntaréis ¿Pero no aparecía Anna en el juego?
Pues sí, si que aparecía, al menos una versión caricaturizada que nada tenía que ver con ella.
Era una especie de muñeca con el pelo rubio llamada Kournikova Enlaceque en nada se parecía a la auténtica. No sólo apenas aparecía para nada, sino que tampoco podíamos elegir a ninguna de sus rivales; todos los personajes del juego eran inventados y las jugadoras eran una especie de Super Deformed que le daban un salero especial al juego. Las pistas eran auténtica fantasía, con trampas, botes imposibles y una mecánica que hacía del juego algo adictivo aunque quizá no fuera lo que el usuario buscaba.
¿Qué coño era esto? ¿Qué había pasado?

Como dos gotas de agua...

Pues la respuesta a todo esto es bien sencilla. El 'Anna Kournikova Smash Court Tennis', en realidad iba a ser el 'Smash Court Tennis 2', segunda parte de la nueva franquicia tenística que Namco quería dar a conocer. El primer capítulo de la saga, el 'Smash Court Tennis', no salio más allá de las fronteras niponas y para la segunda parte querían asegurarse el éxito a nivel mundial. Así que con el juego casi terminado decidieron hacerse con la imagen de alguna tenista de renombre a nivel mundial, algo que hiciese al juego fácilmente reconocible y ¿quién mejor que Anna Kournikova?
Namco aflojó la cartera y pagó por la imagen de AK. Sacó la foto de rigor para la portada y la incluyeron en el juego a última hora. Desconozco si cambiaron el nombre a algún personaje ya hecho o si la crearon de cero pero viendo la historia me inclino a pensar en la primera opción.


Aunque muchos se sintieron estafados, el juego era bastante divertido.

A día de hoy, doce años después la saga 'Smash Court Tennis' sigue existiendo con ocho entregas a sus espaldas. Ahora es un simulador de tenis no tan arcade pero sigue guardando el sentido del humor en algún desafío o con personajes de la saga Tekken y SoulCalibur como desbloqueables.

Mola que Namco incluya a Pac-Man y otros personajes de la compañía en sus juegos.

Entrando en la década del 2000 y con una Anna Kournikova cada vez más producto de marketing que tenista, la mujer empieza a mostrar su poco interés por el tenis y aunque no gana nada en individual, en dobles junto a Martina Higgins (otra jamona) llega a ganar dos Grand Slam y consigue colocarse como número uno del ranking.


El video donde surgió el amor

Cansada de todo esto y sin luchar por nada AK deja el tenis, habrá quien diga que lo único que hizo fue hacerse famosa y echarse a perder, que no tenía espíritu competitivo o que fue empezar a salir con Enrique Iglesias y abandonar la raqueta.
No la culpo en absoluto, desde el primer momento siempre dijo que ella lo que quería ser es actriz.

El último salto de Yago Lamela.

Año 1999, la selección española está hundida con una transición de entrenadores entre Clemente y Camacho, el ciclismo no tiene ningún ídolo nacional al que aferrarse en las grandes vueltas, Carlos Sainz está de capa caída tras el inmortal 'Trata de arrancarlo Carlos' del último mundial, en la fórmula 1 Marc Gené y Pedro de la Rosa empiezan a emerger como pilotos en escuderías mediocres y cuando no la afición no tenía ningún héroe al que aferrarse, el 7 de marzo de 1999 va un españolito y salta 8,56 m en los mundiales de atletismo. Se coloca como subcampeón del mundo en pista cubierta y record de europa. Olé!


No mientas, hasta este momento tampoco le conocías de nada.

Se trataba de Yago Lamela, la nueva estrella mediática a la que adorar, la esperanza en los mundiales de Sevilla de ese mismo año. Yo acababa de encontrar una excusa para ver esos mundiales, y como yo mucha más gente. Y la verdad es que disfruté bastante con todo aquello.

Nunca en toda mi vida lo he flipado tanto con unos mundiales de atletismo como con aquellos. Recuerdo alquilar aquel verano el Track & Field de la PSX, subir con un par de amigos a casa y ponernos a jugar la prueba de salto de longitud una y otra vez.
Con ese juego acababas con los brazos destrozados de apretar el botón pero las risas que nos echábamos y los gritos que pegábamos ante cada intento era una nueva muestra de que en el descerebre está la diversión.
Incluso nos dio por ir un día a la playa y en vez de bañarnos ponernos a saltar. Al hacer esta tontería es cuando realmente me di cuenta que saltar ocho metros y medio es una auténtica burrada. Os lo digo de verdad, cualquier día coged carrerilla y saltad, luego medís 8,5 metros y descubriréis que aquella marca es inhumana.


Jugar a este juego ha provocado más agujetas que practicar las pruebas en la vida real.

Las olimpiadas de Atenas llegaban en el 2004 y de nuevo me acordé de Lamela. Llevaba un tiempo sin saber nada de él, y es que el salto de longitud es un deporte que da para lo que da; correr y saltar.
Nadie se para por la calle a hablar de los últimos saltos que ha hecho alguien por Estambul, pero cada cuatro años las olimpiadas nos recuerdan que hay muchos deportistas que siguen entrenando y que al menos debemos tenerlos en cuenta en su gran cita.

A aquellas olimpiadas llegó lastrado por una lesión en el tendón de Aquiles y tuvo que competir anestesiado. Acabó undécimo, una marca discreta para lo que se esperaba de él y en la afición cundió el desánimo. Su nombre empezó a desaparecer de las portadas y cada vez era más difícil encontrar noticias suyas.

Para colmo las noticias que llegaban eran malas. Los problemas con el tendón de Aquiles se agravaban y nunca terminaba de recuperarse. En 2005 sufrió un accidente de tráfico que retrasó su reaparición y en 2006 se rompió los dos tendones. La desgracia nunca se acababa y los rumores sobre depresiones e intentos de suicidio como el accidente de tráfico mencionado sonaban cada vez con más fuerza.

Nunca volvió a ser el mismo, era mucha la gente que decía haberle visto borracho por cualquier zona de fiesta. No se cuanto habrá de realidad en todo esto pero lo que si es cierto es que Yago era consciente de su problema y comenzó a buscar ayuda especializada para ayudarle a salir de su depresión.
Me pongo en su pellejo y tiene que ser difícil saber que tu mejor momento llegó a los 21 años y que todo los demás han sido lesiones y contratiempos en tu supuesta etapa de esplendor. Sin duda debe ser muy duro tener que pasar los días en casa esperando que 'la cosa mejore'.

Hace unas semanas me enteré de que Yago había sido ingresado en un hospital psiquiátrico y me dio verdadera pena, así que con todo merecimiento le dedico esta entrada a un tipo que durante un breve periodo de mi adolescencia iluminó mi vida y e hizo divertirnos a mis amigos y a mi con una competición tan sencilla como es el salto de longitud.
Por lo visto ya ha salido del hospital y se encuentra en su casa medicándose. Espero que pronto vuelva a ser feliz.

Ánimo Yago, los malos momentos también se pasan!

Mi primera maratón (Parte 2)

Como os prometí la semana pasada, continuo con el relato de la maratón. Aquí os dejo la segunda parte, espero que os guste!

LA CARRERA

Por fin había llegado el día, tras seis meses de entrenamiento autodidacta, seis meses de anotar tiempos y mejorar referencias, era el momento, debía salir a la calle y hacerme la bilbao-bilbao como un campeón.
Para no fallar a mis hábitos me levanté pronto, desayuné tres tostadas y fui hacia el metro.
Por desgracia había obras en algún tramo y se retrasó 17 minutos. Exactamente el cuarto de hora que tenía pensado para calentar y estirar. Me empecé a poner nervioso ¿Y si al final no podría tomar la salida? ¿Y si llegaba tarde?
Al salir del metro ya había empezado la carrera, presenté los papeles de la inscripción, dejé la mochila, me puse el dorsal lo más rápidamente posible y salí con dos minutos de retraso.
Me quería morir de la vergüenza, la salida estaba llena de gente y marchar por allí en solitario hacía pensar a todo el mundo que era un megapardillo que se había descolgado en el km0. Eso me hacía correr más rápido para unirme con el pelotón y desaparecer entre la multitud. Al kilómetro y medio ya había enganchado con el grupo. Primer sprint para empezar y yo sin calentar, la cosa ya andaba desbocada...

A pesar de todo me encontraba bien, hice los primeros 10 km en 48 min, al pasar por el kilómetro 21 me encontraba ya en 1h 42min. Estaba haciendo unos tiempos realmente buenos y no sentía cansancio. Tenía la cosa de que en algún momento iba a reventar cual burbuja inmobiliaria pero la verdad es que no sabía correr más despacio, tenía mi marcha de crucero y a ese ritmo iba a seguir.
En el km 23 me llevé el primer aviso, en un avituallamiento líquido cogí agua y una esponja. Después de beber noté como el grupo con el que llevaba desde el km10 se había distanciado un pelín. Traté de acelerar para cogerles de nuevo pero por alguna razón me di cuenta que no podía acelerar, tampoco frenar. Era una 'pájara' y decidí ponerme a tope de azúcar en el siguiente avituallamiento. Del km 23 al 26 anduve flojo, me empezó a pasar la gente y me vino a la cabeza Sugar Town de Nancy Sinatra. Y os aseguro que correr un rato con esa mariconada en la cabeza añade un punto de dureza a una prueba como esta. Afortunadamente fue tomar Acuarius, agua y glucosa que me dio un tipo que también iba corriendo y me repuse, volví a adelantar a quienes me habían pasado y el ritmo era bueno otra vez.
La alarma me había sonado pero mis piernas volvían a responder, dosifiqué, miré el reloj y descubrí que estaba en un tiempo asombroso de cara a afrontar el km 30.

A partir de aquí no se el momento exacto, pero hubo un momento en el que me dio un golpe de calor, me golpeé contra el muro y os juro que se me empezó a ir la olla de una manera bestial.
Una de las cosas que más me preocupaban de cara a la maratón era el tiempo. Justo tocó un día caluroso y mientras la gente aprovechaba para irse a la playa, yo empezaba a dudar que mi plan de correr una maratón fuera el mejor plan para un domingo.
No se qué temperatura habría exactamente pero a la sombra el termómetro daba 25º así que calculo que al sol tendríamos unos 28º. Ideal para el desfallecimiento.
Sobre el km32 noté que si estiraba los brazos me llevaba un calambrazo, si trataba de ir más despacio o acelerar, calambrazo. Obvia decir que las piernas me dolían bastante y pedían a gritos parar. Si trataba de poner la espalda recta las lumbares me molestaban. El estómago lo tenía revuelto, por más que le daba de beber me pedía comida y para colmo de males la cabeza me dolía muchísimo, un dolor intenso que en vez de aplacarse iba a más.

En el km38 reflexioné sobre la situación y en ese momento tenía ganas de llorar de auténtico sufrimiento.
Empecé a perder el ritmo y me pasaba todo el mundo. Me daba igual, sólo quería llegar a meta y sabía que si me paraba a descansar no volvería a correr así que hice de tripas corazón y mantuve el paso. En el 38 era INACEPTABLE rendirse.

Y a pesar de todas las cosas que podría haber recordado a la hora de motivarme como por ejemplo, los ánimos de quienes me conocen, el empuje de Rafa Nadal ante un partido perdido, el triunfo en la derrota o el entrenamiento que me había llevado hasta aquí. A pesar de todo ello lo que más me animó para seguir adelante fue recordar un documental que había visto acerca de un niño hindú de cinco años que se había recorrido 62km en 7 horas. Fue recordarlo y decir 'A mi un puto niño no me gana'.

Que no que no, que a mi este niño no me gana.

Y con esas motivaciones tan cavernarias seguí paso a paso hasta cruzar la línea de meta.
3:52:44 Un buen tiempo para ser mi primera maratón pero unas sensaciones horribles en el cuerpo.

CONCLUSIONES

Ahora que me pongo a escribir estas líneas debo decir que no se bien cómo encararlo. He sacado muchas conclusiones de todo esto pero no sabría cómo expresarlas.
Por un lado creo que no ha merecido la pena; ha sido demasiado entrenamiento, demasiados madrugones para cumplir mi objetivo. Pero ¿A qué precio?
Normalmente cuando corría otras carreras de 10 o 20 km mis sensaciones al llegar a la meta eran de auténtica euforia: ver el tiempo que había marcado, la posición en la carrera, notar que llegaba entero y que mejoraba me hacían no notar cansancio. Esta vez no sentí alegría al cruzar la meta, sentí alivio por dejar de correr. No me noté fuerte, me noté totalmente vencido por la prueba, vapuleado. Tengo la sensación de haber perdido, de recibir una dosis de realidad bien fuerte que me ha hecho besar la lona totalmente K.O. La gente me dice que debería sentirme orgulloso, que una persona normal no es capaz de levantarse de la silla y ponerse a correr cuatro horas. Es cierto, pero la verdad es que imaginaba otras sensaciones. Debo confesaros que pasé un domingo horrible tras la carrera, me dolía todo el cuerpo y no me divertí nada haciendo la prueba.

Por eso mismo creo que hay maneras de sentirse más orgulloso de uno mismo sin hacer tanto esfuerzo. Me vienen a la cabeza días como aquel en que metí un gol en la final del torneo del colegio, o el primer sueldo que gané con mi propio negocio o incluso el día que me pasé el Aero Fighters 2 con cinco duros y sobre todo el ver que finde tras finde son muchas las personas que llaman a mi teléfono preguntando qué plan tengo. Son otras cosas mucho más pequeñas pero que me son mucho más satisfactorias.

Junto a Davo, esta si que fue una gran gesta.


También tengo bien claro que todo esto no es bueno para la salud, basta con mirar a los profesionales. Lejos de parecer personas fornidas más bien parecen judíos recién salidos de Mauthausen y es que someter al cuerpo a estos esfuerzos tiene que pasar factura. Estoy seguro.

Otro que también se lo pasa de putifa haciendo maratones.

Por otra parte y mirando las cosas positivas, porque no todo ha sido malo, puedo decir que gracias a esta preparación me he conocido mucho mejor a mi mismo, descubierto lo que es hacer un esfuerzo hasta el límite, he conocido cómo se organiza un evento de este tipo, he comprobado una vez mas que si me propongo algo puedo conseguirlo, mi autoestima ha subido bastantes puntos (que ya es decir) y estoy en una forma física envidiable. Me miro al espejo, veo el cuerpo que he conseguido y sonrío. A la larga todo esto dará sus frutos, de eso también estoy seguro.

Por último no quiero desmitificar una maratón, ni tratar de dar una charla sobre motivación o autosuperación personal. Simplemente os quiero contar con todo esto que si tenéis una idea en la cabeza y tras haberlo reflexionado un tiempo seguís creyendo poder hacerlo, hacedlo.
Hacedlo con todas vuestras ganas sin importar que otros no confíen en vuestras posibilidades o que se rían de ti. Sal ahí fuera y demuéstrate a ti mismo lo que vales. El primero que se sorprenderá eres tú.