Kazushi Sakuraba, el cazador de los Gracie.

El otro día me enteré que a uno de los luchadores más carismáticos en Japón, Kazushi Sakuraba le habían arrancado una oreja en mitad de un combate. Alguna vez había pensado en escribir algo sobre él, ya que este personaje encierra una bonita historia y un modo distinto de ver la vida dentro del mundo de la lucha. Aprovechando que hace poco ha sido noticia haré un pequeño repaso a su vida. Espero descubriros un buen personaje.


Hace tiempo que seguimos en casa los combates de Saku, y no es para menos porque es un luchador que demuestra que el buen humor y la tranquilidad no tienen porque estar reñidas con un deporte basado en la lucha.
A poco observador que sea uno, pronto te llama la atención la manera en que Sakuraba se prepara las entradas al ring; si hace tiempo comentaba los disfraces de Mario Cipollini, Sakuraba no tiene nada que envidiarle.
Cuando se trata de hacer una entrada espectacular y meterse al público japonés en el bolsillo Saku se quita todos los complejos y aparece con máscaras típicamente japonesas o disfraces de personajes de anime.

La música tan horrorosa que suena es con la que suele entrar al ring.

Dos de sus disfraces más recordados son el de cuando salió con la máscara del personaje de anime Hombre Tigre (Tiger Mask en japón), homenajeando a su serie favorita de la infancia y la que le hizo querer ser luchador. En españa recuerdo que la daban a los mediodías en Canal +.
Otro gran día para disfrazarse fue cuando tuvo que enfrentarse a Kevin Randleman conocido como Donkey Kong. Por el apodo imaginareis que tipo de mostrenco tenía enfrente, ¿Cuál sería el único modo de enfrentarse a semejante gorila? Pues efectivamente apareciendo en el cuadrilátero encarnando a Super Mario.

Le faltaba la capa para hacer el disfraz completo, pero el detalle es genial.

Pero si por algo es admirado y querido en su país es por ser el conocido como 'Cazador de los Gracie'. Empecemos por el principio porque esta historia tiene miga.

CAZANDO A LOS GRACIE

En 1951 el luchador brasileño Helio Gracie reta al mejor alumno de la escuela Kodokan (la sede de la comunidad mundial de judo) a un combate con sus reglas. El mejor alumno, llamado Kimura, no acepta el reto porque no veía a Helio como un oponente peligroso así que en su lugar acepta el reto uno de los mejores de la escuela; Kado, quien poseía cinturón negro quinto dan. Helio le derrota con las reglas de judo, logrando así la atención y el respeto de Kimura quien finalmente recoge el guante.
A pesar de la resistencia de Helio Gracie, Kimura, de mayor envergadura termina ganando el combate con una dolorosa llave que le parte el brazo. Esa llave pasa a llamarse a partir de entonces Kimura.

Los hijos de Helio también terminaron siendo luchadores profesionales que curiosamente nunca habían perdido contra un japonés... Hasta que décadas después llegó Sakuraba.

En el primer combate contra Royler Gracie, no sólo ganó Sakuraba sino que encima lo hizo con un Kimura, lo que emocionó al público japonés mas patriota. Habían pasado 48 años desde la última vez que un japonés venció a un Gracie.
El segundo combate fue contra Royce Gracie. En esta ocasión el brasileño pidió que el combate no tuviera límite de tiempo, para demostrar así quien era de verdad el más fuerte sin que unos jueces pudieran decidir a los puntos. Tras 90 minutos, o lo que es lo mismo: hora y media dándose hostias, la esquina de los Gracie decide tirar la toalla porque las piernas de Royce no aguantaban el castigo al que las estaba sometiendo Saku.
El tercer combate contra un Gracie fue contra Renzo Gracie. De nuevo venció Sakuraba y de nuevo con un Kimura provocando una tremenda ovación del público japonés.
El cuarto combate fue contra Ryan Gracie y también volvió a ganar. Ryan era el peor luchador de los hermanos, en parte porque tuvo una vida más centrada en la delincuencia que en la lucha.
En 2005 recibió un disparo, también fue detenido en varias ocasiones por diversos robos. Fue hallado muerto en su celda poco después de ser detenido por sospechas de robo.

La siguiente pelea contra un Gracie fue contra Royce (el de los 90 minutos) y esta vez perdió. Tras la derrota Royce dio positivo en un control antidopaje, dejando el nombre de los Gracie por los suelos. A pesar de todo las reglas impedían cambiar el resultado del combate y en las estadísticas aparece Royce como vencedor. Una cara victoria, ya que la reputación de Royce quedó seriamente dañada.
El 29-05-2010 Sakuraba se enfrentaba por sexta vez a un Gracie; le tocaba el turno a Ralek Gracie y esta vez sí, Sakuraba perdió de manera legal contra un Gracie. Fue por decisión, agotando el límite de tiempo y a pesar de la diferencia de edad, ya que Kazushi tenía 41 años y Ralek 25, y de haberse roto una racha Sakuraba celebró la victoria de Ralek.

Y es que en verdad, Sakuraba nunca ha tenido nada contra la familia Gracie, simplemente ha sido el destino quien ha querido que Saku fuera japonés y que venciera a los Gracie.


Beautiful day en un video de hostias, menudo crack el que lo ha compilado.

EL TRIUNFO EN LA DERROTA


Una simple piedra en el camino puede suponer un obstáculo insalvable para algunas personas; pero hay otras que continúan incansables hacia adelante incluso si les cae una montaña encima. El espíritu de superación, la resistencia al dolor, el esfuerzo, la constancia... Son algunos de los valores que nos ayudan a seguir viviendo, y en el deporte alcanzan unas cotas de heroismo ciertamente admirables.

Hace unos días leyendo un libro tuve la idea de hacer un pequeño video musical con las experiencias de varios deportistas que, sobreponiendose a las adversidades, encontraron dentro de sí mismos la fuerza y la solución a sus problemas. Alguno de los personajes que aparecen en el video son de sobras conocidos, como Lance Armstrong o Alex Zanardi. Estos dos deportistas prácticamente "volvieron a la vida" después de enormes desgracias personales como el cáncer o la amputación de las dos piernas, renacieron de sus cenizas y volvieron con más fuerza aún si cabe.

Otras historias del video son también dignas de admirar, como la de Dick y Rick Hoyt, padre e hijo que han competido en innumerables maratones y triatlones. Algo que ya de por sí sería destacable, pero aún lo es más por el hecho de que Rick, el hijo, tiene una parálisis cerebral de nacimiento. Su padre hace durante la competición todo el esfuerzo, pero gracias a ello Rick puede sentirse por unos momentos como un deportista más. En una ocasión dijo: "el mayor regalo que me gustaría hacerle a mi padre es que se sentara en mi silla de ruedas y que yo le empujase aunque fuera una vez..."

Otra historia de padre e hijo es la de Derek Redmond. Este atleta británico se presentaba en las Olimpiadas de Barcelona 1992 como uno de los máximos favoritos a colgarse la medalla de oro en los 400 metros. En las semfinales, poco después de darse la salida, notó un dolor en el muslo y descubrió que se había roto el tendón de Aquiles. Intentando vencer al dolor siguió corriendo aunque ya casi ni podía andar, hasta que su padre salió de las gradas e irrumpió en la pista para decirle a Derek que se retirase. Éste se echó a llorar sobre su hombro y le pidió que le acompañase y le ayudade a llegar hasta la línea de meta.

Y por último está Kerri Strug, miembro de las "7 magníficas" del equipo estadounidense de gimnasia rítmica en Atlanta 96. A falta de un salto de potro, EEUU se juega el oro con Rusia. Kerri salta pero al caer se rompe los ligamentos del tobillo derecho en el primer intento. En ese momento la elección era retirarse y perder, o ignorar el insoportable dolor y arriesgarse a ganar. Animada por su entrenador, Kerri decide volver a saltar y en una acción que quedará para la historia, clava un salto perfecto cayendo sobre su pie bueno mientras con el otro intenta mantener el equilibrio. Oro para EEUU y Kerri Strug, la más callada y anónima del equipo, convertida en la reina del mundo.

Historias como estas suceden a diario. En el deporte, como en la vida, hay momentos en los que tenemos todo en contra y parece que nada puede ir a peor. Lo fácil es seguir la corriente y entrar en una espiral de complacencia y autodestrucción, pero por suerte aún hay gente que le echa dos huevos y se decide a seguir siendo feliz cueste lo que cueste

El caso Festina


Hace unos meses hablé sobre Tom Simpson, el hombre que falleció sobre su bicicleta a causa de las anfetaminas que se tomó para mejorar su rendimiento. Y de eso quería hablar, del segundo gran capítulo acerca del dopaje en el ciclismo; el caso Festina.

Nos situamos en verano de 1998 con el tour dispuesto a comenzar en tierras irlandesas. En las aduanas del país se produce un chivatazo en el que arrestan al masajista del Festina por importar medicinas sin autorización. En el revuelo nadie sabía muy bien lo que estaba pasando y la carrera siguió adelante. Días después nos enteramos que las 'medicinas' no eran otra cosa que EPO, hormonas de crecimiento y testosterona.

El 17 de julio la organización decide expulsar al equipo Festina. Aquel equipo no era uno más, venían a ganar el tour:
Richard Virenque, Alex Zulle, Laurent Brochard, Pascal Hervé, Christophe Moureau, Didier Rous, Laurent Dufaux, Armin Meier y el australiano Neil Stephens.
Viendo los componentes os diré que salvo Armin Meier me suenan todos y me da pena pensar en lo que pasó aquel año porque habría sido un tour muy entretenido de haber estado en la pomada este equipazo compitiendo con normalidad.

Richard Virenque abandonando el tour. El dopaje hizo mella en su pelo.

Una vez que se tira de la manta la policía francesa comienza con los registros al resto de los equipos; controles antidopaje, detenciones y la visita de 'los vampiros' a horas intempestivas. Hasta entonces si que había controles antidopaje pero desde luego no eran tan frecuentes ni exhaustivos como lo son ahora.

Como protesta por el mal trato y la presunción de culpabilidad de todos los corredores, dos son los ciclistas que deciden representar al pelotón y defender la inocencia de sus compañeros: El carismático y superclase corredor francés Laurent Jalabert y el excampeón danés y gran hijodeputa mentiroso Bjarne Riis, quien le ha visto y quien le ve.

Pantani con el resto del pelotón negándose a correr.

Tras un tour lleno de parones, etapas a ritmo de pachanga, días en los que no llevaba nadie los dorsales y demás desplantes y peleas entre la organización y los corredores, cruzan la meta de parís 96 de los 189 que comenzaron el tour.


Valreas - Grenoble 1998. Vencedor: Piraña

Entre los equipos españoles hubo un pacto para abandonar el tour como protesta hacia el trato de la organización. Recuerdo como el Marca titulaba en portada con orgullo aquello de 'ningún español acaba el tour' y al director Manolo Saiz vanagloriarse de haber estropeado entre todos el tour alegando que le habían metido un dedo en el culo a la organización.

Ahora la actualidad es bien diferente, si hay un país sospechoso de dopaje ese es españa. Recientemente hemos tenido dos casos que han salpicado nuestra actualidad y nos han sonrojado a los ojos del mundo: el caso galgo y el clembuterol de Contador.
Lo que más me fastidia es el trato por parte de la prensa y las excusas que parecen no llevar a ninguna parte.
En el caso de Contador primero era el filete que se comió un día en mitad del tour, luego los ganaderos dijeron que de qué va limpiando su marrón echándoles mierda encima.
Lo cierto es que a día de hoy no se sabe bien qué es lo que ha sido pero Alberto ya está con la sombra de la sospecha y la UCI tomando a españa como un país poco serio en lo que respecta a la lucha antidopaje.
Algunos pensarán que deben hacerse más controles todavía, yo creo que es cuestión de la educación que recibe cada uno en su casa.

La maldición del Pequeño Bastardo

Como todos sabréis, James Dean murió un 30 de septiembre de 1955, a los 24 años de edad y al volante de su "Pequeño Bastardo”, nombre que él mismo le puso a su última adquisición, un Porsche Spyder 550 plateado. Acababa de filmar su última película, Gigante, y para celebrarlo iba a acudir, junto con su amigo-mecánico Rolf Wütherich, a una carrera de coches cerca de San Francisco. Nunca llegaría, pues en el trayecto sufrió un choque frontal con otro vehículo que causaría su muerte. Aunque lo más irónico de este accidente no es que fuese a disputar una carrera, sino que su última actuación fuese en un anuncio publicitario en el que se advertía sobre los peligros de la velocidad.



Hay muchos mitos alrededor de este actor, cuya carrera es tan exitosa como fugaz. Esta no es una historia sobre el mito del James Dean actor, ni sobre el del James Dean piloto, es sobre la leyenda que rodea a su coche, a su Pequeño Bastardo.

La maldición comenzó el mismo día del accidente de tráfico en el que murió el actor, cuando fueron a remolcar el Porsche en un camión, el conductor de éste se mató en el trayecto. Después, un mecánico, llamado George Barris, compró el automóvil.
Cuando el coche llegó al garaje de Barris, en un accidente fatal cayó encima de uno de sus empleados, dejando sin piernas al pobre hombre. Tras el suceso Barris decidió venderlo por piezas entre los aficionados a las carreras. En el año 1956, el hombre que compró el motor del coche de James Dean, muere durante su primera carrera. Por otro lado, el que compró la transmisión del coche sufrió otro accidente que le dejó malherido. Otro de los compradores, el joven que se quedó con las ruedas, tuvo un accidente, que casualidad, debido a un desperfecto en las gomas de los neumáticos. El volante del Porsche de Dean se lo quedó el propio Barris. Un joven se lo intentó robar, y en el intento se cortó el brazo.



Barris, incrédulo, intentó por todos los medios desprenderse del automóvil, y lo cedió para una exposición, donde el coche cayó de su stand partiéndole la cadera a un adolescente. Cuando el coche hubo de ser trasladado de nuevo dentro de un camión, el camión sufrió un accidente y su conductor también murió. De nuevo, Barris, prestó el coche para otra exposición en Miami. El camión que lo transportaba hasta allí desapareció misteriosamente. Jamás se volvió a saber del Pequeño Bastardo de James Dean, y creo que es lo mejor que le ha pasado al automovilismo en todo el siglo XX.