WAIT FOR WAITERS!

En Putofutbol somos bastante superficiales, para qué negarlo. Muchos de nuestros mitos deportivos han entrado en nuestros corazones debido a su aspecto físico más que otra cosa, y si no ahí están los casos de hombres tan carismáticos como Tato Abadía, Kurt Rambis o Carmelo "el     Beckenbauer de la Bahía". Por supuesto luego nos hemos encontrado con personalidades muy carismáticas que nos han reafirmado en nuestras elecciones, aunque si alguien no te entra por los ojos es complicado cogerle cariño. En esta ocasión quiero hablar de un jugador de baloncesto de aspecto muy singular que a finales de la década de 1980 tuvo un fugaz paso por la liga ACB en las filas del Barcelona y el Caja Bilbao. Se trata del americano Granville Waiters.

Más parecido a un recogedor de algodón salido de "La cabaña del tío Tom" que a un jugador profesional de baloncesto, este pivot formado en la Universidad de Ohio tuvo una breve trayectoria en la NBA pasando por equipos como los Houston Rockets (con los que disputó una final de liga) y unos Chicago Bulls en los que Jordan empezaba a poner los cimientos de lo que sería la gran época dorada del baloncesto en Illinois. Waiters era el típico jugador de fondo de armario que no destacaba excesivamente en nada y que se conformaba con  poner su granito de arena en la rotación del juego interior del equipo, pero si en algo se salía de lo común era en su aspecto físico: un gigante negro de 2,13 metros con una poblada barba e incipiente calva sin rasurar no pasa desapercibido, ni siquiera en el gran país de las barras y las estrellas. Precisamente por esa saturación de estrellas, Waiters se decidió a probar fortuna en el baloncesto español cuando recibió la llamada de Aíto García Reneses para formar con el gran Audie Norris la dupla de americanos del Barcelona en la temporads 88-89. A su llegada declaró que venía a aportar "defensa, rebote y mentalidad ganadora".


Waiters llegó sin hacer mucho ruido, por primera vez en España se fichaba a un jugador americano no para desempeñar el papel de estrella, sino para jugar un rol más secundario de especialista defensivo, debido a su habilidad para taponar y fajarse en el rebote. Algo lógico, ya que en labores defensivas el equipo contaba con todo un arsenal: Epi, Solozábal, Norris, Jimenez, Sibilio... La temporada para Waiters no fue nada fácil, los rumores de que iba a ser cortado se sucedían prácticamente semana tras semana y el equipo no empezaba a carburar del todo; además, se veía como el Madrid de Petrovic y Fernando Martín ganaba la Recopa de Europa al Snaidero Caserta de Oscar Schmidt y la Copa del Rey al mismo Barça. Habría de jugarse el todo por el todo en la final ACB. Tras los cuatro primeros partidos, Madrid y Barcelona llegaron empatados al último encuentro en el Palau, y en un partido con mucha polémica acabó imponiéndose el conjunto azulgrana con una muy destacada actuación de Waiters. El americano se mostró igual de expeditivo en defensa que durante toda la temporada, pero además en esta ocasión mostró una destreza y decisión en ataque que supusieron un gran plus para el rendimiento del equipo. Después de todo, la que se había dado en llamar "la liga de Petrovic" acabó paradójicamente siendo la liga de un jugador tan oscuro y desapercibido para el gran público como Granville Waiters. Tras conquistar la liga, en la celebración del título nuestro personaje tuvo el honor de que su nombre fuera coreado por la afición como Granville "Maraville" Waiters, sin duda el cántico más recitado en esas fechas junto con el de "el yugoslavo, no tiene nabo". Nunca se sabrá que opinaba el gran Drazen al respecto .

Tras finalizar la temporada 88-89, parecía casi segura la continuidad de Waiters gracias a su espléndido rush final, pero sin embargo el regreso de Ferrán Martinez al equipo y la recuperación de Steve Trumbo le cerraron las puertas y tuvo que buscarse hueco en otro club. De esta manera fue a parar al Caja Bilbao, donde no triunfo debido a que la entidad vizcaina esperaba más al prototípico anotador americano que un especialista defensivo y tan dedicado a esa parcela como era Waiters. No obstante, en Bilbao tuvo ocasión de lucir barba junto con otro histórico del basket español como Juanma López Iturriaga. Al acabar la temporada 89-90 tomó la decisión de retirarse de la práctica del baloncesto a la tierna edad de 29 años.


En la actualidad parece ser que Waiters anda ocupado en labores humanitarias ayudando a la gente de su Ohio natal en todo tipo de aspectos imaginables, desde la concesíon de un préstamo financiero hasta la organización de viajes o creación de negocios. Lo que ha mantenido, además de su espíritu inquebrantable, es su aspecto de abuelete bonachón. Granville Waiters, otro tipo de hombre, otro tipo de baloncesto.
3 Responses
  1. Trave Says:

    Hace poco estuve viendo la final de Copa que comentáis que le ganó el Madrid al Barça en Coruña (en un especial por el 25 aniversario de la TVG). La verdad es que para ser americano no era ningún fenómeno, pero llamaba mucho la atención por las pintas que tenía. Aun encima verlo con esos pantaloncitos marcando paquete, pues impresionaba.

    Waiters tenía su versión bonachona y con alopecia... pero de raza blanca: Kenny Perry. Llegó a jugar con Audi Norris en Italia, y luego fichó por el mítico Bosco Coruña y a partir de ahí se recorrió media España, Cajacanarias, Gijón, Cajabadajoz...


  2. Yakito Says:

    Buena entrada Mark, mola que alguien mas escriba que ultimamente me estaba prodigando demasiado por aquí.

    Pregunto esto por desconocimiento pero ¿Es cosa mía o con los jugadores americanos siempre existe ese componente de hype que dispara las espectativas?

    Es decir, en futbol si traes a un brasileño de nombre rimbombante la gente siempre piensa que aquel futbolista es la hostia, aunque luego solo sea un fiestero.


  3. @Traveseiro: pues ya no me acordaba de Perry, la verdad es que era buenillo, y además de con Norris, también hizo pareja de extranjero con rickie winslow en el Cajacanarias

    @Yakito: el problema con Waiters es que fue uno de los primeros americanos fichados no para marcar diferencias, sino para labores específicas de destrucción, y la gente esperaba de él que fuera un Audie Norris o un Mike Philips