¿Uno de los casos más flagrantes? El de
Stephen Roche. En 1987 tuvo el mejor año de su vida, el irlandés lo ganó todo: Giro de Italia, Tour de Francia (dejando a Perico Delgado en el segundo lugar), Tour de Romandia y, para rematarlo, el Mundial en ruta de Villach (Austria). Superar ese año sería difícil, pero es que 1988 fue un año negro en el que no consiguió ganar nada de nada, además con el tiempo las lesiones de rodilla fueron minándole poco a poco y nunca volvió a ser el de aquel mágico 1987. Detrás del arco iris, Roche se encontró toda una tormenta.
Para Roche, la vida no volvió a ser igualA
Lance Armstrong -deportivamente hablando- la vida le ha ido francamente bien, es lo que se esperaba de él después de ganar el Campeonato mundial de Oslo en 1993, (año en el que además fue campeón de Estados Unidos). Pero quizás por la presión de llevar el maillot de campeón del mundo, o por la vigilancia a la que empezó a ser sometido, Armstrong no consiguió ninguna victoria de prestigio durante el año siguiente a pesar de ser un muy reputado corredor de carreras de un día y de clásicas. En el año 1995 tuvo que sufrir la muerte en el Tour de su compañero
Fabio Casartelli -al que pudo dedicarle la victoria en Limoges tras una escapada- y en 1996 le fue detectado un cáncer testicular del que no se recuperó hasta 1998.
Armstrong ganando el mundial de Oslo, con Induráin segundo
Vayámonos ahora a la ciudad siciliana de Agrigento, donde en 1994 el escalador francés
Luc Leblanc se alzó con el Mundial. Leblanc, uno de los mejores ciclistas franceses de los últimos tiempos, venía de finalizar cuarto en el Tour de Francia con una gran actuación como la que le llevó a ganar la etapa de Hautacam, y puso el broche con el Campeonato del Mundo. Sin embargo, durante el año de su reinado no dio una a derechas. Su primer error fue abandonar el Lotus-Festina para fichar por el equipo francés Le Groupement, junto con Pascal Lino o Frederic Moncassin, pero una grave lesión de rodilla le tuvo K.O. casi todo el año. Además, su escuadra atravesó grandes problemas financieros que le privaron de participar en el Tour de 1995, el patrocinador era una de esas distibuidoras de ventas piramidal y el patrón del equipo presentó su dimisión, lo que le llevó a Leblanc por abandonar también el barco y fichar por el Polti, donde en 1996 tuvo una buena temporada e incluso consiguió una etapa en el Tour de Francia. Sin embargo, en 1999 fue despedido por la escuadra italiana, y no fue gasta 2007 en que consiguió obtener una indemnización de la Federación Italiana.
Leblanc, casado con la hija de Raymond Poulidor, fue un grandísimo escalador algo errático capaz de poner en apuros a superclase como Jan Ullrich o Marco Pantani, pero el maillot arco iris le pesó como una losa y nunca más volvió a ser el mismo.

Al campeón del año 1995,
Abraham Olano, no se puede decir que le fueran mal las cosas portando el maillot de colores. Lo llevó con mucho pundonor en el Giro de Italia, donde sólo un "pajarón" en el Mortirolo de alzarse con la victoria, que finalmente fue a parar a manos de Pavel Tonkov. En el Tour de Francia, el guipuzcoano intentó tomar la antorcha de Induráin, y a pesar de rozar los puestos de podio durante toda la carrera, sucumbió en la famosa etapa con fin en Pamplona en la que tanto él como Induráin y Rominger perdieron una minutada con respecto a Riis. A su palmarés añadió un segundo puesto tanto en el Campeonato de España en ruta, como en la prueba contrarreloj de los JJOO de Atlanta. Un buen año, pero que no pudo rematar con ninguna victoria de presigio. ¿Quizás debido al maillot arco iris?
Laurent Brochard es otro de los damnificados por la maldición. En 1997 en San Sebastián batió a Bo Hamburger y Leon Van Bon, y con ello comenzó uno de los peores años de su carrera deportiva, ya que el año siguiente fue el del escándalo Festina, salpicándole a él a todos sus compañeros (un gran equipo formado por Virenque, Dufaux, Hervé, Moreau, Rous, Wust o Zülle). El ciclista de la coleta vio en aquel momento cortada su prometedora trayectoria, ya que era un ciclista secundario pero muy competitivo y siempre peligroso. Tras la suspensión pasó por el Jean Delatour, Ag2r o Bouygues Telecom, siempre mostrando su espíritu agresivo y atacante que le hacían defenderse en todos los terrenos, pero ya sin volver a estar en la primera plana teniendo que conformarse con victorias menores.
Un corredor del que no se puede decir que le haya ido nada mal es
Oscar Freire, ganador tres veces del Mundial, con etapas ganadas en Tour y Vuelta a España y ganador del maillot de la regularidad en 2008, a Freire el maillot arco iris le sentó muy bien, cambiándole incluso su manera de correr y haciéndole creer de verdad en sus posibilidades. Sin embargo, es curioso que sus peores años siempre hayan precedido a sus victorias en el Mundial. Tras ganar en 1999 en Verona, la espalda empezó a darle problemas en 2000, sin que los médicos pudieran sanarle completamente. Después de la victoria en Lisboa en 2001, obtuvo muy pocas victorias al año siguiente; de nuevo en su ciudad mágica, Verona, el ciclista cántabro conseguía en 2004 su tercer campeonato, lo que no le privó de que un quiste en el glúteo le tuviera de competición buena parte de la temporada siguiente. Ya vemos que para Freire ganar el Mundial era sinónimo de problemas físicos al año siguiente.
Lo del letón Romans Vainsteins no sabemos si fue una maldición o más bien flor de un día, porque ni antes de su victoria en el Mundial de 2000 en Plouay fue un corredor destacado, ni lo volvió a ser después de ello. Portar el maillot arco iris le valió un jugoso contrato con la escuadra Domo-Farm Frites para la temporada 2001, pero lo cierto es que nunca llegó a conseguir una victoria importante en ninfuna de las "grandes", ni siquiera en las carreras de clasicómanos.
Y es que el Campeonato del Mundo se corre de manera especial, y siempre hay lugar para las sorpresas. Sucedió en 2000 con Vainsteins y volvió a pasar en 2003 con
Igor Astarloa. El vasco después del campeonato firmó un lucrativo contrato con el equipo Cofidis, pero la sombra del dopaje salpicó a la formación y hubo de fichar mediado el año por el Lampre. La temporada acabó para él sin ninguna victoria, y desde entonces no ha vuelto a dar muestras del potencial que se esperaba de él.

La última víctima es el vigente portador del maillot arco iris, el italiano
Alessandro Ballan. en 2007 consiguió el prestigioso Tour de Flandes y los Tres Días de la Panne, y en 2008 derrotó a su compatriota Damiano Cunego ante su afición en Varese, alzándose con el Campeonato del Mundo. Como era de prever, desde aquel momento todo han sido desgracias para él: se perdió buena parte de la temporada de clásicas debido a un virus, y tras recuperarse para el Tour de Francia una caida en la primera semana de carrera le ha dejado muy tocado para intentar conseguir una victoria que parece difícil que pueda conseguir en las etapas que quedan.
Lo bueno para él es que ya solo le quedan unos pocos meses como campeón del mundo, puesto que el maillot arco iris ya está esperando a un nuevo incauto.