Ahora que conocemos todos los equipos que jugarán el mundial de Sudáfrica me vienen a la cabeza grandes selecciones que nos hicieron vibrar en una gran cita. Sin duda una de las que más recuerdo es la gran Croacia de 1998 que se llevó el bronce en Francia.
Muchas veces el rendimiento de un deportista depende de su estado mental. No haces las cosas igual cuando estás contento que cuando no paran de surgirte marrones en el trabajo. Creo que esto es lo que vino a suceder en aquella selección. Entremos de puntillas en su contexto histórico:
A pesar de haberse declarado independientes en 1991, su vecino, en aquel momento Yugoslavia, no estaba por la labor de prescindir de dos de las partes más influyentes de su país, Croacia y Eslovenia. Lógicamente querían al menos extender sus fronteras a aquellas zonas de Croacia en que hubiera mayoría Serbia. Tras varios años de una sorprendente guerra en la europa desarrollada termina el conflicto en 1995.
Quizá por lo reciente del país o porque el pueblo tenía presente las penurias que acababan de pasar hacía tres años, los croatas tenían una mezcla de orgullo y rabia.
Antes de empezar el mundial, la clasificación les sirvió para decirle al mundo que ahí estaban, que eran uno mas y que a pesar de la reconstrucción que sufría su país de ningún modo se iban a dejar pisar ante los ojos de todo el mundo. Y con todo el apollo de sus compatriotas salió a jugar a fútbol por los campos de Francia una selección a cuadros blanquirojos que en absoluto tuvo complejo alguno al tratar de tú a tú a las primeras potencias del fútbol mundial.
La verdad es que aquella selección tenía grandes jugadores. Encabezados por ese nueve completo como era Davor Suker, en sus filas tenían bastantes estrellas que jugaban en los grandes equipos europeos pero que quizá no estaban en el mejor momento de su carrera deportiva o bien eran jóvenes promesas que estaban a punto de explotar. Este mundial fue la gran oportunidad para todos ellos.
Davor Suker celebrando su gol ante Francia. Como he dicho antes, el potencial de aquella selección se basaba en las posiciones ofensivas; Suker y Vlaovic en la delantera. Tras ellos, en la mediapunta Robert Prosinecki que quizá estaba en el ocaso de su carrera pero la gasolina le duró para jugar el mundial de 2002. Por el extremo izquierdo estaba 'la moto' Robert Jarni, un jugador potentísimo físicamente. En posiciones más defensivas teníamos al capitán Zvonimir Boban empezando las jugadas y a Igor Tudor, uno de los mejores centrales de la historia de Croacia.
A todo esto había que añadirle a Mario Stanic, Dario Simic y Asanovic, que si bien no eran las estrellas de aquel equipo la verdad es que no tenían recambio.

Por separado todos conocíamos el rendimiento de aquellos tipos, lo que ni ellos mismos imaginaban era el rendimiento que iban a sacar de sus posibilidades. Cuando quedaron encuadrados en el grupo H con Argentina, Japón y Jamaica sí que se les dio por favoritos para pasar a octavos. Tras su buen partido contra Argentina se empezó a entrever que aquel equipo no estaba allí para darse un paseo.
En octavos se cruzaron con Rumania, y en cuartos con Alemania. Ese partido fue la consagración.
Todos esperaban que pasara Alemania con cierta facilidad pero sorprendentemente los croatas mostraron un gran juego que los clasificó para semifinales con un increíble 3-0.
En el siguiente partido contra Francia perdieron por 2-1. El artífice de la victoria gala fue Lilian Thuram, que con sus dos goles metió a Francia en la final. Que Francia llegara a la final quizá no fue una sorpresa, lo realmente increíble es que Thuram metiera dos goles en un partido.
El tercer y cuarto puesto se lo vencieron a Holanda y con esa victoria consiguieron colocar a Suker como pichichi del mundial y colgarse el bronce en la primera participación en un mundial, algo que no ha hecho España en toda su historia.
Han pasado más de diez años de todo aquello pero cuando estuve en Zagreb pude comprobar que aquella plantilla sigue siendo recordada como auténticos héroes:
En la plaza central de Zagreb cuelga en uno de los edificios un cartel de la escuela de fútbol Davor Suker.
Uno de los restaurantes de la capital es propiedad de Zvonimir Boban, ¿El nombre de aquel restuante? Como no podía ser de otra manera 'Boban'.
A las afueras de Zagreb está el lago artificial Jarun. En el paseo que le rodea hay cada pocos metros chapas de metal contando los logros de los grandes deportistas croatas. Tenía la sensación de que habría una placa conmemorativa de aquella selección y a pesar de que por poco pierdo el avión de vuelta por buscar la maldita chapa, al final la pude encontrar.
